Hace aproximadamente tres años manejando por una de las avenidas populares de la ciudad, me encontré a un amigo, él se estaba sentado en la acera resolviendo un crucigrama, su pasatiempo preferido, es increíble su habilidad para completarlos. Me detuve, lo llame y nos dimos un fraternal abrazo, lamentablemente mi amigo en ese momento luchaba con el flagelo de las drogas y sin un lugar donde vivir.
Ese día, la conversación que sostuvimos impactó mi vida de manera increíble. Me contó como había permanecido sin consumir ningún tipo de drogas por aproximadamente dos años; sin embargo, al sentirse fuerte empezó a visitar algunos lugares donde el tráfico de drogas es cotidiano, pensó que no le afectaría, pero nuevamente empezó a consumir crack.
Me compartió que su mayor tristeza era la vergüenza que sentía con su familia, con nosotros sus amigos y que eso lo mantenía aún más alejado de todos, recuerdo que entre lágrimas me decía que tanto era su dolor ya que todos estaban tan felices de sus avances y que él había vuelto a fallar.
Lo más impresionante para mí de la conversación fueron estas palabras: «Sé que no puedo solo, necesito ayuda, es una lucha muy fuerte y todos tenemos batallas que libramos, solo que la mía es evidente».
Hoy gracias a Dios y al esfuerzo de muchas personas él se encuentra nuevamente libre de la adicción y empezando un nuevo camino.
Cuántas veces le hemos dado la espalda a una persona por una debilidad, juzgándolos desde nuestra fortaleza, cuántas veces hemos menospreciado a personas en la calle pensando no sé “cómo han caído tan bajo, y decimos cada cual escoge su camino”.
Puede ser cierto y con esto no busco excusar alguna conducta; sin embargo que tal si miramos a esas personas desde una posibilidad y no desde el punto en el cual se encuentran, verlas con el corazón, contribuir con un ser humano eliminando cualquier percepción negativa de nuestra mente. Cada uno de nosotros libra una batalla de la cual otros no conocen nada.
En muchas ocasiones nos convertimos en jueces y olvidamos que existen otras adicciones que igualmente pueden destruir a una persona, una familia o una sociedad. Existen adicciones al alcohol, a los juegos de azar o a la pornografía; sin embargo, estas pueden mantenerse ocultas y por eso creemos que son menos importantes, o que no causan afectación.
Si alguna vez has tenido la oportunidad de conversar con un adicto podrás descubrir muchas cosas, encontrarás personas que han logrado grandes éxitos en sus vidas, a nivel académico, deportivo, profesional, entre otros. En el camino algo sucedió y fueron arrastrados por esta corriente, personas consumidas por la depresión que han perdido las esperanzas y el deseo de vivir, su sufrimiento es diluido en la adicción.
Si alguna vez encuentras en tu camino a alguien en esa situación, intenta ver más allá, procura no juzgar y pide a Dios por la vida de esa persona, bendícelo. Puedes hacer la diferencia.
Dedicación
Para ti gran amigo, no sientas vergüenza de lo que ocurrió, mira el futuro maravilloso que tienes por delante en el cual eres protagonista. No dejes de luchar, no dejes de intentarlo, Dios te ama y nuca te abandonará.
A las familias que tienen un ser amado en las calles, que se sienten decepcionadas, engañadas, cansadas de promesas rotas y falsas esperanzas. Que sus intentos por salvarlos no dan resultado, pues no es fácil ayudar a un adicto. A ustedes les digo no renuncien, Cristo hace nueva todas las cosas.