Hace algunos años para ejercitarme fui a trotar al hipódromo, para mí era una nueva experiencia; sin embargo no sabía lo difícil que era trotar en esa superficie. Cuando empecé mi recorrido, y observe el largo camino delante de mí dije no voy a terminar, realmente el recorrido era extenso.
Producto de los calambres en las piernas, y ese dolor al costado del cuerpo por el cansancio pensé mejor paro aquí y regreso caminando. Recuerdo haberme detenido, y al voltear la mirada, observe lo mucho que había avanzado, y me dije con tanto camino recorrido el renunciar no es una opción.
Aquella experiencia me enseñó que en muchas ocasiones vamos a empezar algo con tantas ganas, que nuestra pasión será puesta a prueba, que tendremos que perder el interés de mirar hacia atrás, porque hacia donde miramos vamos. Que si apreciamos los obstáculos, podremos ver todo lo que estos nos fortalecen, que nuestras metas siempre serán retadas, pero el deseo debe ser más grande que la «razón».
Cuántas veces hemos coqueteado con renunciar cuando la situación no está a nuestro favor, cuando no son calambres, si no la decepción, cuando no es el dolor del costado, sino el fracasar una y otra vez en aquello que deseamos. Kobe Bryant dijo lo siguiente: «Prefiero fallar todas las canastas de 30 intentos, que fallar todas las canastas de 8 intentos, porque si me detengo en 8 intentos quiere decir que he perdido confianza en mí”.
En ocasiones no nos atrevemos hacer algo por temor a lo que puedan opinar las personas. Qué dirán de mí si sale mal este negocio, que dirán si me caigo al exponer en público, que pasara si mi idea les suena graciosa y me convierto en el hazme reír.
Créeme el final del camino es tu experiencia de vida, vívela y disfrútala, nada en ti se quebrara. Esas personas estarán en el mismo lugar, pero tú habrás avanzado un escalón más, tu carácter y confianza se habrán fortalecido, aunque en ese momento no lo veas.
Lánzate al mar y nada hacia el horizonte, seguramente muchos dirán ¿Por qué intenta algo que nunca logrará?, pero esta es la parte interesante, ya no estás en la orilla esperando que algo suceda, haz tomado acción, y haz decidido tomar el rumbo de tu vida. Conviértete en la causa y no en el efecto.
Te pregunto, ¿A qué has renunciado? A tu familia, a tus sueños, a tus ideas, a que?
«Recuerda, si vas a temer a algo, solo teme a lo que pone tu vida en riesgo».
Isaías 41:10. No temas porque yo estoy contigo, no te desalientes porque yo soy tu Dios.